A veces cuando se oyen tertulias, se leen ?confidenciales? en Internet, se escucha conversaciones de algunos sabios sacerdotes, se tiene la imagen de que la Iglesia es un grupo de intrigantes haciendo planes sobre el futuro de la ?empresa?, proponiendo nombres de ?papables?, ?cardenables?, ?obispables?, ?parrocables? según oscuras y complicadas estrategias diplomáticas. ?Rezaron (…) Echaron a suertes, le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles? ¡Menuda estrategia!, ¡se lo juegan a pares o nones!.
En nuestra vida, en la Iglesia y en el mundo podremos hacer cien mil planes perfectos, cuarenta mil estrategias, pero Dios hará lo que le dé la gana. Ciertamente existirán una pléyade de intrigantes que se sentirán satisfechos cuando se cumplen sus profecías, pero sinceramente ¿vale la pena perder el tiempo en esas especulaciones?
Cada día cuando se celebra la Santa Misa renueva el sacerdote, antes de salir de la sacristía, su intención de hacer sólo lo que la Iglesia hace, y sabemos que, a pesar de su indignidad, el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y Sangre de Cristo.
Hemos de aumentar la virtud de confiar siempre y en todo en la voluntad de Dios en su Iglesia, con la misma confianza que pones en nuestra Madre del cielo, que es la que hace que tu actuación sea eficaz.?No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto dure.?
La Virgen María no tenía nada de intrigante, más bien, estuvo confiada plenamente en la Voluntad de Dios Padre.